La lluvia llora la ausencia de los latidos del frío viento, que se aleja por detrás de los árboles. Una espesa neblina acobija a la cálida noche, mientras olvidamos nuestros nombres en el calor del amor de todo el pasado constante que arrebata nuestros sueños.

Como si fuese títere, soy manipulado por el fantasma de mi mente, tirado como un viejo baúl, esperando la esperanza de frenar mi destino, donde la luz de mis ojos se apaga.

Las estrellas en el firmamento me persiguen en la mente de un libre horizonte de pasión, que anhela el deseo de un suspiro teñido como el cielo de mis deseos, adorándote en el cálido desierto de mi mundo, que inverosímil se vuelve reflejar tus ojos en el cristalino puente, que cruza una corriente de fantasía, que conquista la pasión de un mundo imposible de pisar en tierras ásperas.

Carente de sutileza ante la belleza que envuelve tu mirada en el adorno de tu sonrisa, que guarda el encanto de tu corazón envuelto en pétalos, que se desprende ante el perfume embriagante de tu alma, que denota con más fervor en una lúgubre noche platónica de suspiros ante el efímero firmamento, que ilumina nuestras miradas en el límite de nuestros corazones, ausentes de voluntad ante el designio del amor.