Te quiero como nunca se ha querido
ni se querrá, por ser más que imposible
hacerlo y hasta Dios, por infalible,
podría atestiguar que no he mentido.
Desde que te encontré, tanto ha crecido
mi amor, que ya ha llegado a lo infinible,
porque eres esa fruta apetecible
de un paraíso para mí prohibido.
El ansia de tenerte y no lograrlo
sube hasta el infinito mis angustias
y lleno de dolor estoy sufriendo
por demás, pues no dejo de pensarlo,
al tiempo que se van quedando mustias
hasta las ganas de seguir viviendo.