Quisiera ser el aire que respiras
para entrar lentamente por tu boca
y salir en los ayes que suspiras
cuando el amor a hacerlo te provoca.
Quisiera ser tu solo pensamiento
para ocupar así toda tu mente
y que en ella tuviera firme asiento,
de modo que se hiciera permanente.
Quisiera ser la sangre de tus venas
y recorrer tu cuerpo día y noche
para vaciarte el corazón de penas
y llenarlo de amor a troche y moche.
Quisiera ser deseo que te plazca
y que al pensar en mí con fuerza nazca.