El envejecimiento me ha tenido
desde siempre bastante amilanado,
pero gracias a Dios he averiguado
el modo de evitarlo y éste ha sido:
que hay que pensar que todo es divertido
y si algo no lo es, darlo de lado,
y también amar mucho y ser amado
y echar los desengaños al olvido.
También desentenderse de sandeces
como son las arrugas y las canas
y olvidar el pasado y el futuro,
porque éste al fin nos pagará con creces
cuando al presente le pongamos ganas
de vivir sin un solo claroscuro.