No te vayas de mí, no me abandones,
te hago saber que tengo dependencia
de verte y necesito tu presencia,
pues tus efluvios son mis aquilones.
Desde que te conozco, a tus talones
camino, porque tal es mi querencia,
y quiero disfrutar de esa tendencia,
por muy justas y múltiples razones.
Si te fueses, tu puesto ocuparían
la tristeza, el dolor y la amargura
y sólo de pensarlo me estremezco,
pues sé que entre los tres me llevarían
hasta una muerte anímica segura
que puedo asegurar que no merezco.