Cuando estoy triste para nada escribo
mostrando la amargura que me oprime,
para que todo aquel que a mí se arrime
a leerme me vea en positivo.
Por contra, para mí no es de recibo
que se escriba y acaso que se prime
algo que a quien lo lea le deprime,
porque esto, la verdad, no lo concibo.
Cada cual que se quede con sus penas
y a nadie las comparta ni comente,
pues cada uno tiene ya en su vida
las suyas bien atadas con cadenas
y amarradas al quicio de su mente,
para evitar que tomen la salida.