Pensando en esa boca paso el día
y luego por la noche también sueño
con ella y me imagino ser su dueño,
considerándola por tanto mía.
Me la imagino llena de ambrosía
y siento un empujón no tan pequeño,
que me proyecta a ese lugar de ensueño,
por el que hasta la vida empeñaría.
Manjar que es entre todos el mejor,
el fruto más sabroso del amor
y el premio que persigue todo amante
guiado por el fuego de su euforia,
pensando punto menos que es la gloria
a la que llegaría, Dios mediante.