Te he puesto en mi recuerdo solamente
como poso indeleble en mi cabeza
y puedo asegurarte con certeza
que ya has formado parte de mi mente.
Dondequiera que vaya, bien presente
estás y en la alegría o la tristeza
me estás acompañando y con presteza
te siento, de manera consecuente.
Correrás por mi sangre cada día
y eternamente vivirás conmigo
para prestarnos mutuamente abrigo,
yo dentro de tu alma y tú en la mía.
Cuando lleguen la muerte y su guadaña,
te llevaré a mi lado de compaña.