En nuestros campos pájaros no quedan
y si los hay ya son cada vez menos
y a veces pienso que quizás no puedan
con la toxicidad de los venenos
que contienen los muchos plaguicidas
puestos para evitar las incursiones
de esas plagas hambrientas y aguerridas
de reptiles, insectos y ratones.
Me produce gran pena que no suenen
sus trinos cuando llega la mañana
y en su lugar a nuestro oído vienen
ruidos de alguna máquina cercana.
Si el hombre no abandona este camino
al final va a sufrir tal desatino.