Desdichas y no pocas he tenido,
pero me quedan muchas todavía
por sufrir, pues aumentan cada día
y las quiero olvidar, pero no olvido.
Se cuelan en mi ser sin hacer ruido
y pienso si quizás por empatía
o el infierno tal vez me las envía
a cuenta de un pecado cometido.
Si así fuese, muy grande habría sido,
porque el dolor es tal, que no podría
compararse a ninguno conocido,
pues éste que soporta el alma mía
parece que hasta fuera concebido
por todos los demonios a porfía.