Me gusta contemplar esa belleza
arrobadora que con gracia exhibes,
que no será motivo de extrañeza
en ti, por los piropos que recibes.
La gente se te rinde a tus encantos
ponderando ese fuego de tus ojos
y de ese cuerpo que quisieran tantos
para poder calmar a sus antojos.
No es fácil encontrar lo que tú tienes
que tanta admiración en todos obra
y lo mismo si estás, te vas o vienes,
lo repartes a todos y te sobra.
Suerte la del que esté siempre contigo
en grado superior al del amigo.