Un Condori

Monotonía

Lo cotidiano [también]

La monotonía de las vidas ordinarias y vulgares es, según sospecho, escalofriante. Almuerzo en este comedor vulgar, y doy una ojeada, más allá de la ventanilla, la apariencia del cocinero; y justo aquí, a mi lado, está de pie el camarero viejo que me sirve, creo que labora en esta vivienda vieja.

¿Qué vidas son las de aquellos hombres?
Hace treinta años que aquel hombre vive prácticamente todo el día en su cocina; tiene unas cortas vacaciones; duerme pocas horas; va de vez en cuando al centro de la ciudad, vuelve sin interrogantes ni disgusto; guarda lentamente su dinero, que no se plantea gastar [aún]; se pondría enfermo si lo obligasen a abandonar su cocina [definitivamente]. Se casó, no sé muy bien cómo ni porqué, tiene tres hijos y una hija, y su sonrisa, al asomarse, por el costado de su ventanilla, mirando hacia donde estoy, manifiesta una gran, una firme, una justa, una verdadera felicidad. Y no finge, ni qué razón tendría para hacerlo. Si la siente es porque realmente es así.
¿Y el viejo camarero que me sirve el menú del día?
Tiene una vida idéntica a la del cocinero, apenas con la diferencia de cinco o seis metros que hay de la localización de uno en la cocina a la ubicación del otro fuera de la cocina. Por lo demás, sólo tiene una hija y es igual de feliz.
Observo, un poco atolondrado, el horizonte de sus vidas y encuentro —cuando voy a sentir aversión e inquietud— irritación ante estas vidas, que quienes no sienten espanto, ni pesar, ni cólera —son los que más tienen la obligación subjetiva de sentirlo— son ellos los que viven esas vidas. Es el error central de la [o mi] fantasía: suponer que yo soy ellos y que ellos sienten como yo.

Un pequeño incidente callejero, que enciende los sentidos del cocinero de este comedor, le entretiene más que me entretiene a mí la apreciación del proyecto más auténtico, la lectura del mejor artículo, el más placentero de los sueños inservibles. Y si la vida es básicamente monotonía, el punto es que él se ha escapado de la monotonía con más facilidad que yo. La verdad no está conmigo ni con él, porque no está con alguien; pero la felicidad está auténticamente con él.

Genio es quien suministra monotonía a su realidad, ya que cada diminuto incidente tendrá el valor de darle una sublime maravilla a su vida. El cazador de tigres no tiene hazañas más allá del quinto tigre. Para mi cocinero monótono, un sketch de cachetadas en la calle tendrá siempre algo de caos modesto. Quien no ha salido nunca de Perú viaja al infinito en el bus cuando vuela hacia Europa y, si un día va a Brasil, siente que ha ido a Marte. El viajero que ha recorrido todo el mundo no encuentra novedades, porque sólo encuentra cosas nuevas; lo viejo volviéndose eternamente nuevo, en el concepto de las cosas convierto mi realidad en nueva, nazco por primera vez viejo.
Un ser humano podría —si alguna vez conociera [y sintiera] la verdad— gozar por completo del universo en un sillón, sin saber leer, sin hablar con alguien, sólo mediante el uso de sus sentidos y el ser no sabe estar en tristeza.

Monotonizar la existencia misma para que deje de ser monótona. Volver insignificante lo cotidiano, para que cualquier evento sea entretenido. En medio del jadeo universitario de todos los días —confuso, invariable e inútil— me afloran momentos de fuga, pisadas de ensueño en islas remotas, fiestas costumbristas de otras eras, otros lugares, otras emociones, otro yo. Pero sé que, si lo tuviese, nada de eso sería mío. Más vale, en realidad, la democracia representativa que la democracia griega [ideal], más vale, en realidad, la Avenida común que las grandes avenidas de parques increíbles e inalcanzables. Teniendo la Avenida común en mis manos, puedo disfrutar del sueño de parques imposibles; Pero si tuviese esos parques increíbles y gloriosos ¿Qué me quedaría por soñar?, ¿Qué me quedaría de imposible?

La monotonía, la homogenización sin lucidez de días invariables, la nula diferencia entre ayer y hoy, deseando que esto sea así siempre. El alma dispuesta a disfrutar de la mosca que me entretiene, cuando por casualidad se atraviesa delante de mis ojos; de la risa que se extiende, inestable, desde la avenida indeterminada, la extensa liberación de cerrar los ojos al soñar; el reposo interminable de un día de vida | más.

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