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Cecilia Vicuña

El silencio es algo en ruinas

El silencio es algo en ruinas.
 
 
Las catástrofes están siempre a punto de suceder.
 
 
Solo es posible estar vivo hasta que lo desconocido acaezca.
Los pascuenses balancean las caderas, pero Pascua ya está asesinada.
 
 
La hierba duda si volverá a brotar o no.
 
 
Dios es todos los dioses.
Es sagrado y pagano.
Dios absolutamente carece de nombre.
 
 
No creo en lo diáfano. La pureza no es asunto mío.
Mis poros rasguñan por acabar con mi virginidad inacabable.
 
 
El lodo es un ámbito lleno de pájaros. Yo pertenezco al légamo caliente.
En mi seno de ocre quemado todo se marchita.
Tengo ojos en forma de sí y algunas parte del cuerpo en forma de no.
 
 
Algunos hombres son tan cálidos, que aún en la vejez son niños de pecho.
 
 
Ahora que mi vagina ha sido sacrificada, ya que puedo seguir desnudando mi historia terrestre. Rápidamente hice levantarse los cielos con mi mirada.
 
 
Crecí mirando lo terminado y tratando de revivirlo, recrear el jardín y la felicidad.
Viví separada de los otros en mi vegetación inaudita.
Soy un humano verde, a causa de la naturaleza indefinible, que es en gran parte verde.
 
 
Existe en el futuro un lugar que se llama .
Un lugar para que vuelven las gaviotas, un lugar de silencio y adoración.
Nacerá el culto de la retama, la flor solar, y el norte y el sur se verán unidos en las semillas de mi jardín.
La tierra entera es un jardín. Solo me queda rememorar aquello que se extinguirá con el primer perfume de la alborada.
 
 
Aunque viaje, no me reconcilio con los motores.
Siento placer al ver mi letra humana correr como una serpiente en puñados de hidras eléctricas que se transforman en hojas para que yo las escriba
Los poetas son oriundos del sur del mundo.
 
 
Hay libros que son dibujos rodantes.
Entre página y página tienen rueditas que los llevan a todas partes.
 
 
Escribir es arduo
como rezar en mil idiomas
o pedir ayuda en japonés.
 
 
Mis recuerdos están cansados y algunos han entrado en la niebla.
 
 
La memoria y la imaginación son para copular con el universo.
 
 
Agua Amarilla
Yo parecía una diosa yamura ofrendando al cielo mi alma.
Me llenaba de viento y me dejaba llevar casi desnuda.
Todo estaba amarillo y el mediodía ser prolongaba.
La odisea indicaba que todo debía ser repartido,
sobretodo el amor porque nada podía quedar sin ser amado.
No habría flores sobre la tierra si para algunos no fueran
absolutamente necesarias.
La atmósfera podría caerse
cuando no haya ningún místico sobre la tierra
nada la mantendría en el aire.
La verdad es que es muy pesada.
Incluso el mar podría salirse de la superficie
cuando nadie lo contemple.
Las miradas lo sujetan y sin ellas
se encresparía irremediablemente
y la tierra no se defendería
porque cuando nade la ame
la fertilidad y la existencia
se consumirán en el vacío.
 
 
Los sueños son eléctricos, a veces amanezco electrocutada
por el impacto salvaje recibido en las selvas del Matto Grosso
 
 
Algunas hierbas son prohibitivas porque causan visiones
hay otras a las que basta olearlas para salir volando o desaparecer.
Los indígenas las guardan tan ocultas que las han perdido
pero no importa porque después no serán menester.
Entretanto mastican para desconcertar a los etnólogos.
.
Siempre que me paro, salen de debajo mío
artículos exóticos y planetas extinguidos.
 
 
Mis hermanos leen el terror y las uñas se les calcifican.
Para los fines de semana tenemos un rey helicóptero
que nos imparte cachetadas magnánimamente
con la vara del odio consagrado de los que están en el poder.
 
 
Ya no espero que todo se vuelva dorado.
 
Ya no espero cosa alguna
 
El amor no les sobrevendrá.
 
Después de todo
lo único que queda
es el veneno.
 
 
Cuando tú y yo habitemos la casa divina
el aroma será magnífico
y jamás cruzaremos una palabra
para conservar el silencio virginal.

1967

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