En el tricolor de tu lenguaje,
en la palabra de tus primeros años
eran tus ojos “atul como gris”,
Hoy tras la huella que ha dejado el tiempo,
ésos, tus ojitos esmeralda, que contigo andan
Son la paz en la que me veo y siento cuando me miras, cuando me hablas.
Retornando en el ayer, eras príncipe
en un universo de hadas y cuentos, cuentos y hadas...
Héroe de mil batallas, nacidas en el ingenio
de la fantasía, manantial inagotable en la condición humana.
Oscar: lanza de Odín, fuerza y poder...
Nombre de gesta nórdica, mito y leyenda...
Hoy, hijo estrenas un año más en este viaje
en el que hemos coincidido en esta vida.
Agradecida estoy a la causalidad universal, que ha ido engranando
los puntos de encuentros en ésta, nuestra historia...
Te amo hijo, en la palabra grata y fresca que me brindas,
en la alegría que vas blandiendo desde la grandeza del corazón,
en el abrazo profundo que me das cuando me encuentras,
en la bendición que por gracia de Dios, en mi condición de madre
yo te confiero en el día de tus días y que tú generosamente aceptas.