Pérdida
Esperando ansioso por nuestro encuentro, nunca llegaste.
Comencé a deambular por el mundo en búsqueda de algo que
se asemejara a ti,
que se asemejara a tu ser único y hermoso, tal como te recuerdan mis ojos.
Vi paisajes brillantes y florales que me recordaron a tu sonrisa, y
conocí personas que no lograron reemplazar nuestra conexión.
Visualicé tu amor como un océano profundo y hermoso.
Reflexionando sobre lo que eso significaba, comprendí que
me amabas tanto que todo era acogedor y cálido a tu alrededor.
Pero discerní que no lograba respirar en tu océano de amor
y cada vez me ahogaba en la profundidad de este,
sin poder mostrar lo que yo sentía hacia ti.
A pesar de mi tristeza por no haber podido demostrarlo, mi amor por ti nunca se detuvo.
Cuando llegó el fin de mi viaje, te volví a recordar.
Recordé todos los momentos a tu lado y las suaves caricias.
Las lágrimas invadieron mi rostro y mi alma vacía solo se oscurecía,
mientras alucinaba tu silueta a mi lado, preguntándome si alguna vez te amé.
