Con el tenue destello de luz
que se filtra bajo la línea
que dibuja el encierro de su puerta
se consume sus horas
sin dejar de sonreír,
se dice que perdió el juicio,
que fue poseído o algo así,
se rumora que un hechizo
se apoderó de su ser y
desde entonces
no volvió a ser el mismo;
se hablan cosas increíbles,
dignas de un peligroso
y taimado desquiciado;
a lo mejor sólo es la historia
que se expande entre la gente
que desconoce el suceso
que lo trajo hasta el cuarto
donde consume sus horas
en la sonrisa pérdida
que lo luce maniaco.
Se encantó por completo,
¡Eso es seguro!;
dicen los expertos que vagó
sin duda alguna por laberintos
que construyó en su mente
y no son verdad,
que es imposible tal cosa
cuando dijo que del ángel
que se trasforma en luna
se hizo guardián y amante,
que es absurdo enamorarse
de tal ángel vestido
de bello candor y fantasía,
ensueño en aroma,
en piel porcelana;
locura evidente hacerle el amor
mirando su alma en sus ojos
de miel y de cristal, grabados
en su aliento contenido
por no decirle desde un inicio
que le adoraba con solo verle
en la imaginación,
antes de conocerle,
de descubrir un encanto
aún más grande y que no se esperó...
Se encumbró en la conquista
de un desafío que le excitó,
llevó delante de sí su vigor
y probó en su piel de luna
lo prohibido, lo inadmisible,
lo pecaminoso e imprudente,
lo que el mundo idóneo
dice no debe de ser;
se hizo de fuego en su fondo
y la luna le sintió en sí
que le respondió, con su magia
de ángel libre, le acarició,
le tomó de las manos
para recorrer sus rincones,
fueron cómplices del momento
y se hicieron tanto que no,
simplemente no se puede
contar a oídos cautos;
el ángel hecho luna,
convirtió al poseído en su estela,
le hizo ángel como él, le miraba
atrapándolo para siempre sin fuga,
el ángel nuevo cedía,
se entregaba a ser bebido sin tregua,
algo divino, sensaciones furtivas,
ahogaron pasiones ambos
pasando la hora del encuentro
incontable en infinito,
uno a otro se alejaron del tiempo,
se destilaron,
el ángel convertido tomaba a la luna
por su cuerpo y le hizo de él
con vehemencia, con locura,
la que dicen que tiene
por contar esta historia,
cierta o no, que sucedió no es mentira,
existió en una alcoba
que se hizo inmensidad.
Un momento y sólo no más
le encontraron perdido en su espíritu,
preguntaron: ¿Qué te ha sucedido?,
no respondió, sólo volaba
al lado de la luna tomado de su mano.
Es un tenue destello de luz
la única forma de saber que está vivo,
no saben a ciencia cierta qué le pasó,
le pusieron en encierro
por si fuera un peligro,
pero no, sólo sonríe,
se llena la mente de amor;
los rumores no escasean,
cuentan que por las noches
escapa, sin lógica, a su encuentro,
la luna le espera,
el nuevo ángel abandona la demencia,
se aman otra vez y sin fin,
sencillamente, se entregan;
por ratos se acerca a la puerta,
se detiene justo a un par de pasos,
sonríe de nuevo, nadie contempla
y cuando le miran sólo dicen:
“Está allá, donde existe,
donde es de verdad”,
le susurra, le charla,
se pasma un segundo en eternidad,
le hace el amor una vez más
poseído al encanto, loco a musa,
ángel a luna, y van,
acariciando la rivera;
consumiendo sus horas,
placenteramente,
del universo.