Una tarde de abril
le abrí la puerta al frio,
pensando que eras tú,
quien tocaba.
Dentro de mí,
va habitando ese frio,
va destrozando todo
aquel amor que
nos fue permitido.
Ese frio maldito que me cala el alma,
va disipando tu aroma,
trato de ahuyentarlo,
y aunque el café con leche sigue estando sobre
la mesa, su sabor es distinto cuando no
lo bebo de tus labios,
porque yo lo prefiero
dulce,
porque te prefiero a ti,
pese a los
daños.