DELIQUIOS DEL PASADO.
Con el rostro surcado de tristezas,
que ha arado el tiempo con profundas lechos
y nostálgica voz hecha girones,
lo sigue recordando;
las negras golondrinas de sus ojos,
pregoneras de su amor profundo,
ya no emprenden el vuelo como otrora;
¡olvidaron amar!
La bruna catarata de su pelo,
que caía a sus hombros redondeados,
perdió el coraje de lanzarse
hasta su cuello.
Su risa ya no es loco torbellino
que arrastrando con fuerza arrolladora
las penas de la vida, hace el milagro
de rehacer la dicha.
Sólo le quedan los recuerdos vagos
de amores viejos y sagrados,
con besos en el tiempo diluidos
que olvidaron el camino de los labios.
Mas se niega aquella amante
a la renuncia de recuerdos gratos,
que burilan sobre el alma,
en arrugas paralelas,
el cauce seco
de deliquios del pasado.