#Españoles #Epigrama
Mal conocía al hombre el ignorante Que dijo, no sé a quién, dónde ni… El espejo del alma es el semblante… ¡Pluguiera a Dios, y el crimen ex… Cuanto más solapado más temible,
¡Qué dulce es una cama regalada! ¡Qué necio, el que madruga con la… aunque las musas digan que enamora oír cantar un ave la alborada! ¡Oh, qué lindo en poltrona dilatad…
Ángel radiante en el Edén creado, Dulce consuelo al humanal gemido, Plácido orgullo de las nobles alma… Yo te saludo. No a ti los hombres religioso inci…
No sé si de Alicante o del Proven… Rimado me enviaste un cartapacio Y culpaste de paso mi silencio; Mas, lo juro por Píndaro y Horaci… Culpa es tuya, Mariano, que no mí…
Callad, no me sopléis, diosas del… Y tú, crinado Apolo, aparta a un… Que hoy de tu numen délfico presci… A ti, Momo procaz y descarado, A ti te invoco, mofador eterno,
Esta turba famélica y bellaca nunca se cansa de fumar de gorra; como al hebreo en tiempo de Gomorr… yo os maldigo, y mi furia no se ap… ¿A qué tanto pedirme la petaca?
Hijo nací segundón de un hidalgo pobretón; y se la fiebre amarilla no barre media Castilla, no espero ninguna herencia.
Un queso, Carmen bella, me envias… Paisano del ilustre Calatrava, Y después una caja de guayaba... Lo dulce y lo salado: ¡qué contras… Tú quieres dar con mi quietud al t…
No para mí los anchurosos valles, ¡Oh sol! coronas de precoz espiga; No a mi placer consolador majuelo Dora tu llama. No yo a gozar de tus hermosos rayo…
Mitad preciosa del linaje humano, Triste Mujer esclavizada al Hombr… Que tu escudo nació, no tu tirano; Yo a defender tu mancillado nombre Dulce a mi corazón, audaz me arroj…
Padres los dos felices algún día de dos hermosas vírgenes, al cielo plugo arrancarlas del humano suelo que tan sublime don no merecía. Guarda a la tuya austera celosía,
¡Oh siglo del vapor y del buen ton… ¡Oh venturoso siglo diecinueve... O, para hablar mejor, decimonono! Si alguna pluma cáustica se atreve A negar tus virtudes y tu gloria,
La noche No para mí los anchurosos valles, ¡Oh sol! coronas de precoz espiga; No a mi placer consolador majuelo Dora tu llama.
Tanta es, niña, mi ternura, que no reconoce igual. Si tuvieras un caudal comparable a la hermosura de ese rostro que bendigo,
Ese hombre, cuyo renombre puebla Corte y arrabales, a todos los animales remeda... menos al hombre.