Jorge Luis Borges

La espera

Antes que suene el presuroso timbre
y abran la puerta y entres, oh esperada
por la ansiedad, el universo tiene
que haber ejecutado una infinita
serie de actos concretos. Nadie puede
computar ese vértigo, la cifra
de lo que multiplican los espejos,
de sombras que se alargan y regresan,
de pasos que divergen y convergen.
La arena no sabría numerarlos.
(En mi pecho, el reloj de sangre mide
el temeroso tiempo de la espera.)
 
Antes que llegues,
un monje tiene que soñar con un ancla,
un tigre tiene que morir en Sumatra,
nueve hombres tienen que morir en Borneo.
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Las inmensas cuentas de arena, ábaco diseñado por la naturaleza como herramienta para considerar guarismos mayores, son insuficientes para ennumerar la serie de sucesos NO fortuitos que deben consumarse para que ella pueda llegar y tocar a su puerta. Mientras tanto el gran Poeta Jorge Luis Borges confiesa su inquietud en este impresionante poema de tema amoroso pero que lleva insertas, con toda pertinencia, las referencias bibliográficas que enriquecían su claro pensamiento cotidiano. La clepsidra "de sangre" presa en el pecho del autor delata con la fuerza de su funcionamiento, el tamaño de su emoción, tan equivalente a la de aquel zorro legendario, ese día que "El Principito" se demoró un poco en llegar a la cita.

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