Recogido por Esteban Peicovich en su libro "Borges, el palabrista"
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La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras ...
Refieren las historias orientales la de aquel rey del tiempo, que su… a tedio y esplendor, sale en secre… y solo, a recorrer los arrabales. Y a perderse en la turba de las ge…
El Dios a quien un hombre de la e… apresó en una playa que el bochorn… se convirtió en león, en dragón, e… en un árbol y en agua. Porque el a… Es la nube, la irrecordable nube,…
Aquí otra vez, los labios memorabl… He persistido en la aproximación d… de la pena. He atravesado el mar. He conocido muchas tierras; he vis…
Oh destino el de Borges, haber navegado por los diversos ma… o por el único y solitario mar de… haber sido una parte de Edimburgo,… de Colombia y de Texas,
En el primero de sus largos miles De hexámetros de bronce invoca el… A la ardua musa o a un arcano fueg… Para cantar la cólera de Aquiles. Sabía que otro –un Dios– es el qu…
En la infancia yo ejercí con fervor la adoración del tigre: no el tigre overo de los camalotes del Paraná y de la confusión amazónica, sino el tigre rayado, asiático, real, que sólo pue...
Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor de los Nelson, en el velorio de Cristián, el mayor, que falleció de muerte natural, hacia mil ochociento...
Nadie vio la hermosura de las call… hasta que pavoroso en clamor se derrumbó el cielo verdoso en abatimiento de agua y de sombra… El temporal fue unánime
El frontispicio del castillo adver… Ya estabas aquí antes de entrar y cuando salgas no sabrás que te q… Diderot narra la parábola. En ell… mis muchos días.
Alta la voz y animosa como si cantara flor, hoy, caballeros, le canto a la gente de color. Marfil negro los llamaban
Desde su sueño el hombre ve al gig… de un sueño que soñado fue en Bret… y apresta el corazón para la hazañ… y le clava la espuela a Rocinante. El viento hace girar las laboriosa…
Los ponientes y las generaciones. Los días y ninguno fue el primero. La frescura del agua en la gargant… de Adán. El ordenado Paraíso. El ojo descifrando la tiniebla.
Cuántas cosas. Lucano que amoneda el verso y aquel otro la sentencia… La mezquita y el arco. La cadenci… del agua del Islam en la alameda. Los toros de la tarde. La bravía
La espada de aquel Borges no recu… sus batallas. La azul Montevideo largamente sitiada por Oribe, el Ejército Grande, la anhelada y tan fácil victoria de Caseros,