En la fosca y solemne cumbre crece
el leucerón; la nieve es su sustento;
y en el hospitalario valle el viento
las campanitas del muguete mece.
La flor que en el radioso encumbramiento
solitaria y sufrida languidece
no se puede juntar con la que ofrece
al llano azul su perfumado aliento.
Y sin embargo, al fin, las dos cortadas,
en una misma copa se marchitan
en sombrías alcobas, olvidadas...
Inútil nos separa opuesta suerte,
y en vano los orgullos nos evitan:
nos hallaremos juntos en la muerte.