¡Cuánto escribí!... Y sin embargo nada
ha dicho un poco, un poco de mi ser;
¡cuánto he deseado! y vedme: ¿qué deseada
cosa llegué a tener?
¡Cuánto lloré! mas ¿qué misterio es ese
que yo he sentido y para qué no sé?
Porque lo mismo estoy cual si no hubiese
llorado nunca. ¿Para qué lloré?...
¡Oh, noche! apaga como a un cirio mi alma.
No me dejes pensar, soñar, sentir,
no me digas que quise.
¡Oh, noche! envuelve con tu dulce calma
tanta inutilidad, tanto vivir
en vano, y lo que soy y lo hice...