Cuando en la noche azul me quedo solo,
miro a mi lado para ver si estás...
La noche es dulce y triste y yo estoy solo,
la noche es silenciosa y nada más.
Entonces creo natural, ¡y tanto!
que tú estés a mi lado, aquí, a mi lado
—algo tan natural como mi llanto—
y que hablamos, habiéndonos callado...
Siento que miran. Dice el pecho: es ella.
Levanto la cortina: es una estrella;
pasa una mano por mi frente, y veo:
no es su mano, es la mía...
Y quedo solo en la quietud sombría
de la noche, sin pena y sin deseo.