Sintió que el alma cual jamás extensa.
En sus profundos senos recogía
Todo cuanto en la patria se sentía
De humillaciones, de dolor, de ofensa.
Sintió la nube amenazante y densa
Que con fuego el cerebro le envolvía.
Y de España á la antigua tiranía
Arrojó el guante su arrogancia inmensa.
De San Lorenzo en el final estrecho
El juramento que lanzó vibrante
Sostuvieron sus miembros lacerados.
Y, de patria, república y derecho
Él puso los cimientos de diamante
Con su sangre purísima bañados.