Era un sueño muy dulce y lejano...
En la verde y floreada alameda
con la vaga tristeza de un piano
se juntaba el frúfré de tu seda.
El camino era largo; las flores,
se inclinaban, la luna dormía,
despertaban mis locos amores
de una vieja y letal atonía.
¡Oh, qué larga, qué triste avenida!
y ninguno pensaba en el viaje,
yo llevaba tu mano cogida
bajo el claro lunar del paisaje.
Entonaba un dulcísimo anhelo
en mi ser su florida cantata