Un árbol llamado familia.
Writter Armida Patterson
El ser humano no podía solo,
por eso en la colina sembró un árbol y lo llamó familia.
Todo cambiaría, sería el pilar entre los países,
las bases claras, eran raíces que al sembrarse en la tierra sabría el humano que nada le faltaría,
sabría que el árbol se riega con sangre de mismos genes,
se nutre con reuniones y lealtades,
se sostiene firme en la madera del tronco escribiendo en ella los mismos apellidos,
se sella en el papel, jurando jamás existir olvido,
sabría que jamás estaría solo, ya tiene cómo volver a casa.
Mas nadie agrega lo que te pasa si hay raíces mal cimentadas,
nadie te dice qué se responde cuando en la noche te preguntas qué esperar de uno mismo,
cuando el tronco en el que creciste se cae de pronto en el abismo,
nadie te manda una carta indicando cómo volver a un lugar que ya no está...
que en la niebla invernal se ha desvanecido.
¿Qué pasa cuando las raíces de aquel árbol se vuelven espadas que tocan tus pies descalzos?
¿Qué pasa cuando en la infancia aprendiste qué significa decir te quiero porque lo escuchaste decir por primera vez de aquel árbol sembrado que cayó de pronto,
volviendo cada certeza un huracán de daño extenso?
A la creación le comparto que si existe un árbol llamado familia,
estoy segura que en realidad se riega con alegría, honestidad y compañía,
el árbol no crece regándose con la misma sangre,
crece con las lágrimas que se externan en la comprensión y empatía,
las raíces no se sostienen sobre un acta sellada de nombres y apellidos sino que se sella por el transcurso del tiempo en momentos compartidos,
mis raíces se pueden regar con la sangre de un amigo,
podré firmar la madera del tronco con cualquier apellido aún si no es el mío,
por llamarse así quien me ofreció un lugar para volver...
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