Que nos llamen “muertos”.
Mire, hay arte para los muertos. Quienes plasman en cualquiera de nuestras artes sus pesares es decir: ejecutan, cuentan, pintan o actúan belleza desde el dolor, están haciendo el arte que nos deja la muerte.
Me explico: En el más allá nuestro sentir trasciende nuestros cuerpos, entonces lo que encontramos es un aquelarre de proyecciones, de restos de alma, qué yacen sin nervios, sin sentires contables. Es entonces qué sin recordar cómo se siente quemarse la mano con aceite viejo, la única manera de sentir es recordado, sufriendo, sufriendo para vivir, o bueno, para existir.
Lógico es pensar que esta práctica de pintar con lágrimas no es de nosotros, los mal llamados artistas, ni de los vivos, es el aporte de los muertos cuando nos visitan.
