Los pájaros de la frazada picotean nuestras piernas.
Encima de las piernas es su prado.
Por sus gargantas trina la marmita.
Una hilacha de humo atraviesa el espejo
y la marca de agua que han dejado unos vasos
forma ya dos pupilas en la mesa.
El estampado llena las paredes,
el aire abre los libros por sus láminas
y bajo la frazada están los cuerpos
(son lo único en blanco).