Tenía tanta necesidad de que me amaras,
Que nada más llegar te declaré mi amor.
Te quité luces, puentes y autopistas,
Ropas artificiales.
Y te dejé desnuda, inexistente casi,
Bajo la luna y mía.
A las princesas sumerias,
Cuando fueron quemadas con joyas rutilantes,
Les brillaban aún sus dientes jóvenes;
Se quebraron sus cráneos antes que sus collares;
Se fundieron sus ojos antes que sus preseas...
Bajo la luna aún brillaban sus dientes,
Mientras te poseí desnuda y mía.