Antonella Magliocco

Flores para un amor eterno

 
Le llevé flores, temblando el alma,
como quien vuelve a casa tarde,
como quien busca en la tormenta
un poco de luz que lo rescate.
 
No esperaba su sonrisa,
ni que sus ojos se encendieran.
Solo quería que supiera
que en mi pecho aún florecía.
 
Las tomó con manos dudosas,
como quien toca un recuerdo,
pero al mirarlas, comprendió
que aún latía nuestro tiempo.
 
Sonrió entonces, y la brisa
nos envolvió con su perfume.
Quizás el amor no muere nunca,
solo espera que lo alumbren.

Otras obras de Antonella Magliocco...



Arriba