Te quiero, en español y en Hebreo.
Del día de hoy hasta la época de los griegos.
En versos y en prosa.
De la manera más compleja, pero del modo más agraciado.
Sin rimas y sin versos.
Palabras solamente disueltas en un texto.
Esclareces la tormenta del corazón con un “Te quiero”.
Evaporas el cielo lluvioso en los ojos, con un beso.
Pero es tu ser, tu esencia, la que a mí da vida. La que ahuyenta pronto a lo que es la ausencia.
Aprendería idioma cualquiera, para a ti escribir tantos poemas pueda.
Alemán, francés... Inclusive el japonés.
Pero ninguno será tan complejo como la manera en que te quiero.
Ni siquiera de la Serna, sería capaz de desglosar mi sentir, como lo hace él con una nuez, no estaría calificado para expresar la manera en que te quiero, como lo hace él con su mujer.
Ni a Ortega Palomares, le lacera tanto el cruce de miradas en “Ideario”, como a mí, la ausencia de tus labios.
Ni si quiera el dolor de Márquez en “La muerte de la rosa” se es contrastado con el final de cada día, con tu despedida; de la temporal partida.