Un efímero aliento de instante permanece plasmado como un arrebol perpetuo en las nubes de mi memoria.
Es un ocaso, es un ocaso.
La luna se levanta con la elegancia milenaria del recuerdo que la mantiene y la sostiene. El cielo solo es más hermoso por la despedida del sol.
Qué grácil qué hermosa, preciosa mañana que es tarde, me llama la noche, la luna, mi amor.