Andrés Bello

En El álbum De La Cantatriz Doña Teresa Rossi

Hay una magia en tu cantar, Teresa,
que deliciosamente me embelesa.
¿Gimes? traspasa el alma tu gemido;
¿lloras? me arranca lágrimas tu llanto.
No sé decir si alegre o dolorido
tiene en mi pecho más poder tu canto.
Cuando ingenua aldeana
te burlas del amor y de la vana
charla que hechizos vende
y avasallar la voluntad pretende,
que tú sola lo tienes imagino
el elixir que busca Nemorino.
Si amorosa Lucía,
víctima triste de ambición impía,
te exhalas en acentos moribundos;
o si Julieta arrodillada invocas
la paternal piedad, ¡oh, cómo tocas
del corazón los pliegues más profundos!
¿Y qué diré de ti, sensible Amina?
Yo también al oírte, en vago sueño
me pierdo, y un fantástico diseño
de ilusión peregrina
me arroba, y de mí misma me enajena...
¿Pero qué alegre música resuena?
¿Quién es la que cantando se engalana?
¡Cómo tu voz me hechiza y me trasporta,
Elvira, encantadora puritana!
¿Vezzosa te llamaste? Quedas corta;
llámate de las almas soberana.
Oyéndote, diviso
solitario encantado paraíso,
donde ninfa celeste al aura envía
cánticos de inocencia y de alegría.
 
 Mas no pienses que sólo con prestadas
formas, Teresa, agradas,
ni que hablo sólo a la admirable artista
que los afectos con su voz conquista;
hablo a la amiga; y declararle quiero
el cariño sincero
de una alma fiel. ¡Jamás con pena alguna
acibare tus dichas la fortuna!
¡Dondequiera que mores,
a manos llenas sobre ti las flores
de la felicidad derrame el cielo!
Y si tal vez pisando extraño suelo,
o atravesando dilatados mares
de Chile te acordares,
y a mi memoria un breve instante dieres,
¡una amable sonrisa
te merezcan los rudos caracteres
que traza en estas páginas tu Luisa!

Poesías. Chile (1829-1865)

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