Tenía un grillo entre las sienes y sabía decir mariposa. Lo demás lo ignoraba. Un día descubrió que Dios no era… Otro día
Ragazzi DI vita los llamó Pasolini con su piedad adversa desollada. Y nos los deja así
Las manos. Sometida extremadura de la avidez y de la servidumbre. Si pudiera las dejaría partir
Los hombres azules frontera de las altas dunas. No hablan de la sed con quien la desconoce. Como alimento
Conspiración del universo para que el horizonte se desnude. Aquel falo de estrellas que siempre pareció comenzar
En los bordes raídos del suéter de Fedorio se arremansan la vida y sus histor… Jamás me atrevería a proponerle restañar
Sólo tengo de vos una fotografía con pómulos rasante… tu pelo de llanura sobre los hombr… y sin brazos —no he podido inventarlos todavía—