¡Ay de aquél! que solo ve
La hermosura del ciprés
¡Ay de aquél! quien
Alcanzando su cónica copa
En ella no se detiene y
¡Ay de aquél! quien
En su tremenda estupidez
Alcanzar pretende el Cielo
¡Ay de aquél!
¡Ay de aquél! quien
Olvidándose de quien es
La lujuria y avaricia
Es su mundo entero y
¡Ay de aquél! quien
No queriendo ser austero
Cierra sus ojos al día después
¡Ay de aquél!... ¡Ay de aquél!
¡Hay de aquél!