Amado Nervo

IV. El encuentro

¿Por qué permaneciste siempre sorda a mi grito?
¡Dios sabe cuántas veces, con amor infinito,
te busqué en las tinieblas, sin poderte encontrar!
Hoy —¡por fin!—te recobro: todo, pues, era
cierto...
 
¡Hay un alma! ¡Qué dicha! No es que sueñe despierto...
¡Te recobro! ¡Me miras y te vuelvo a mirar!
 
—Me recobras, amigo, porque ya eras un muerto:
De fantasma a fantasma nos podemos amar.

(1912)

#EscritoresMexicanos (1912) 1912, 29 La Octubre Pensamientos VII- afines amada de inmóvil

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