Almafuerte

Pasión

I

 
Tú tienes, para mí, todo lo bello
que cielo, tierra y corazón abarcan;
la atracción estelar ¡de esas estrellas
que atraen como tus lágrimas!;
 

II

 
La sinfonía sacra de los seres,
los vientos, los bosques y las aguas,
en el lenguaje mudo de tus ojos
que, mirándome, hablan;
 

III

 
Los atrevidos rasgos de las cumbres
que la celeste inmensidad asaltan,
en las gentiles curvas de tu seno…
¡oh, colina sagrada!
 

IV

 
Y el desdeñoso arrastre de las olas
sobre los verdes juncos y las algas,
en el raudo vagar de tu memoria
por mi vida de paria.
 

V

 
Yo tengo, para ti, todo lo noble
que cielo, tierra y corazón abarcan;
el calor de los soles, ¡de los soles
que, como yo, te aman!;
 

VI

 
El gemido profundo de las ondas
que mueren a tus pies sobre la playa,
en el tapiz purpúreo de mi espíritu
abatido a tus plantas;
 

VII

 
La castidad celeste de los besos
de tu madre bendita, en la mañana,
en la caricia augusta con que tierna
te circunda mi alma.
 

VIII

 
¡Tú tienes, para mí todo lo bello;
yo tengo para ti, todo lo que ama;
tú, para mí, la luz que resplandece,
yo, para ti, sus llamas!
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En este bello canto el Poeta Pedro B. Palacios, "Almafuerte", expresa el sublime complemento que le brinda el idilio con su amada. Ella todo lo bello, él todo el amor... La llama doble de la que nos habló Octavio Paz en una muy madura etapa de su vida: Amor y erotismo aquí expuesto de un modo tan sutil. Las cualidades humanas adquieren atrubutos cósmicos y las dimensiones son extensas como el mundo. Almafuerte, en un inigualable desplante de humildad, tiende para la amada el varonil espíritu a sus plantas. Su ruda caricia de amante se dulcifica al grado de beso matinal materno. Este bardo argentino, de vida íntegra y modesta, congruente a sus ideales, implacable crítico de los gobernantes, era sabio para el amor. Bienaventurada su musa.

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