Me protegen tus brazos del invierno.
Bajo su amparo tierno
Dejo pasar las horas en letargo
Triste y largo.
Siento que toda cosa me es amada,
Que de la caridad estoy acompañada.
Amo hasta el mal que hiere:
¡Piedad para el que muere!
Oh, vieja luna, descarnado mundo
Que recorres el cielo en silencio profundo.
¡Cuánto calor tiene el amado mío!...
Luna, ¿no tienes frío?