Tus dedos ma, lo bordean nudillos anchos, llenos de diseños y siluetas finas en toques de oro y plata. Lo envuelven vasos salientes que van de arriba hacia abajo marcando una intransigencia, como el nilo corta el amazonas, así puro y condensado circulan en tonos azules y verdes.
Tus manos ma, que nunca dejaron de escribir lo que sucede, de construir con la luna y de cuidar a los tuyos.
Tus pulpejos ma, que pasan denario por denario al unísono de tus ojos entrecerrados que mucho piensan y poco cuentan. Que teclean con fuerza cada ficha cuadrada chiquita del ordenador guiadas por tus ojos salientes y enmarcados por cristales que intentan reflejar tu mirada ahuecada y fija.
Tus uñas ma, así cortitas que lo rodean una que otra cutícula salida o partida.
Tus manos ma, que preparan mi taza de cocido calentito cuando despierto de la siesta, que baten en colador con fuerza contra la bacha 1, 2 y hasta 3 veces... que acompañan tus muecas insólitas y la letargia de tus sorbos. Pero son todas tuyas ma así histrionicas al andar, caprichosas por doquier y ocurrentes sin querer.
Entre tazas, pocillos y colador sostengo tu mano ma, todo es tan espontáneo, porque es chiquita como la mía pero construye tantos símbolos y son todos tuyos, porque yo ahora se firmar con ímpetu el final de un informe, me acostumbre a usar anillos y cada tarde relleno con agua caliente mi tacita para alargar mi té.