La mañana sucumbía de aquella oscuridad
que la envolvía,
una luz blanca que desaparecía
y una luz intensa que aparecía.
Un amanecer que solo intensificaba
Aquel abrazo que necesitaba.
El canto de aves convertía mi noche gris en Monet de Paris
escucharlo acompañaba
mi sentir.
Sin aliento, estaba presenciando el amanecer,
Como aquel pintor francés.
Levantándome, susurré:
Estoy agradecido de ver
un y mil soles emerger.