Aura
Siempre eran una sonrisa llena de esperanza. Siempre revolvían en ese cajón de recuerdos. Entregaban magia desorbitada y un impulso enérgico hacia el futuro. Probablemente no fueran los mismos en todos los hogares pero había algo que aunaban todos ellos: Eran capaces de autoconvencer al destinatario de que era alguien con mucho potencial, muy querido y a cada uno de esos niños le crecían alas. Ese cuerpo alado tenía un aura bonita.
No siempre verás a un niño abrir un regalo sino a cada uno de nosotros,
que nos aguarda siempre ese niño interior, que pide una vida de color, una escucha íntegra, un abrazo al alma y, hasta una llamada de atención para que le mimes y le protejas y no te olvides de tu grandeza aunque no seas rey y de tú sencillez que ayuda a acariciar lo humilde y bueno.
Podremos sentir en navidad esa varita mágica que enciende todas las luces
que habitan en el corazón pero es primordial mantener encendida esa llama de infancia interior que hace de lo cotidiano algo extraordinario y que te susurra que eres especial todos los días del año.
