Abandonada a su dolor, un día
en que la sombra la envolvió en su velo,
me dijo el corazón que ella vendría
en el milagro espiritual de un vuelo.
Abrí los pabellones solitarios;
iluminé los vastos corredores;
quemé la mirra de los incensarios
y el frío mármol alfombré de flores…
Llegó cansada de volar… Yo dije:
—Alma, mujer inspiradora: rige
mi vida entera para siempre. Arde
como la mirra el corazón que inmolo…
Amor no llega demasiado tarde
a quien se siente demasiado solo…!