Adam Arkam

Porque nada quema, siente.

Tus piés fríos, buscando los míos calientes.
Abrazarte de espaldas, morirme.
Resucitar cuando te tengo enfrente.
Dualidad del voltaje en el que vivo.
Despierto, bostezo y pienso en que te muerdo.
Destrozo las horas hasta que te encuentro.
Esto no se mide, se vive, lo siento.
Porque nunca nada quema
desde que te llevo dentro.
Ya no hay salto al que le tenga miedo.
Yo no– es algo con que (Yo no) no puedo.
Gracias por recordármelo cariño.
Porque nunca nada quema.
Desde que encontré tu cuerpo.
Ahora mis alas son alas
que me levantan del suelo.
Me llevan hasta tu puerta.
Y me sacan del infierno.
Aunque nunca nada quema.
Nada quema si te veo.
Solo somos átomos en tiempo.
Y yo feliz de que coincida.
Inexperiencia en la existencia.
Paciencia reconvertida.
 
Siente, que de más,
de más siempre, es la medida.
Soboreo el compás de tus salidas.
Huelo el rastro de lo que siento.
Siento que vuelvo a la vida.
Quemado quizás…
Pero no lo siento.
Porque nada quema. Si me miras.

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