A Meynard

El hombre en busca de la luna

Por más que buscaba
y la vista alzaba,
ella no estaba.
¿Qué ha sido de la luna,
es que ya no existe, se ha esfumado,
me ha abandonado?
Por medio del callejón, atravesando calles y plazas,
¿tal vez la tapa una casa? No,
¿o si no la esconden los arboles con su follaje? Tampoco.
Pero ¿¡Qué clase de titan monstruoso ha hecho esto!?
¿Cómo es posible que en plena noche de día claro,
la luna se haya esfumado de mis ojos?
 
¿¡Qué clase de presagio es este?!
Y, a pesar de que todo el mundo habla de ella,
que está enorme, luminosa y fogosa,
más que nunca;
que su brillo es excepcional al verla
¿por qué soy el único que no la encuentra?
¿por qué este sentimiento de desesperación
aumenta tanto y, especialmente, por qué
mis ojos se han llenado de lágrimas
de desilución, de miedo?

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