Era pequena, de mango redondo,
la que siempre removia mi mundo.
Ahora el cafe se enfria sin fondo,
y el azucar llora en lo profundo.
No es cualquier cuchara, no exagero:
ella sabia girar mi consuelo,
acariciaba el borde sincero
del silencio que flota en el cielo.
La busque en cajones, en la alacena,
entre platos rotos y cucharones,
y solo halle, como unica pena,
sus hermanas: frias, sin emociones.
¿Donde estas, mi aliada brillante?
¿Quien te llevo sin decir adios?
Hasta el cafe se siente distante,
y no gira igual mi sabor de voz.
Ahora revuelvo con una tristeza
que no se disuelve, que se retuerce...
Porque hasta una cuchara, con firmeza,
puede doler cuando desaparece.