#EscritoresChilenos
Estupefacto ante mí mismo, pasmado de estupor delante de mi presencia escindida en numerosas presencias, girando en torno al meollo
La casa paterna diseminada en el remolino de las edades, dispersa en fechas y domicilios cuya fachada una débil impronta de rostros furtivos en la memoria.
El día abierto de par en par, arrojando su luminosidad de novia intacta centelleante, de doncella cada día en flor, cada día iluminándome
Mientras mis soldados de plomo asedien tu torre inexpugnable, y ya no levanten el sitio así pasen cientos de inviernos, o tú misma ante mí de rodillas,
Déjame tocar tu piel y quemarme, déjame acariciar tu cuerpo con mi mirada de varón en celo trepando las gradas de la fiebre, consumido en tus besos de piedra.
Cólera de amar, apodera mi instrumento creativo uniendo o disgregando, creando o destruyendo, en la ansiedad de la muerte
Quien hable por ti desde ti mismo, y diga las cosas en el dialecto de tus criaturas,
Un hogar de olorosa madera, un hogar vegetal exhalando su inquebrantable perfume terrestr… un hogar de luminosas resinas, un hogar de hospitalaria enramada,
Ocurra una flor inédita, ocurra su inédito perfume desde el útero de las cosas, una mariposa arrebolada en un color de inextinta llama,
A veces, de repente, morirme sin despedirme, a secas, cerrar la puerta de un portazo, o lenta, lentísimamemente, mirándolos de frente, desafiante,
Indumentaria en brumas la caudalosa mañana desplomándose en oleadas desde el infinito En ella pereceremos,
No te sea dado el movimiento de los piélagos en fuga, del aire inasible no extraiga tu sed de vivir su sustento, no salga a estallar de la tierra
Difícil la percepción del latido del agua materna en las raíces, cuando ya la boca adiós al pezón, y la mala leche fluyendo a raudales desde el exilio,
Días de denodado silencio, días de mudez perpetua sumergido en un obscuro pozo de aguas inmisericordes, rodeado de muertas campanas.
Un ángel de luz despiadada desde la noche vendrá, un ángel de clara lectura se abrirá ante tus ojos, y nada podrán tus lobos