Hay un común denominador en mis caídas amorosas, y es haber elegido mal desde el principio. Mis relaciones son como mi día a día, que en vez de cocinar, me compro una hamburguesa, que en vez de salir a caminar, veo un video de alguien en algún lugar de mi agrado, vamos! placeres instantáneos. Sacio mi necesidad momentánea con deslices, y sin haber cerrado la puerta que tengo detrás, me cruzo de ventana a ventana.
Para sorpresa de todos, inclusive la mía, mis sentimientos hacia esa si se quiere seguir llamando necesidad, son reales. Me enamoro profundamente de como me hace entrever mis falencias y me permite resurgir en un espiral de decadencia completamente nuevo, aunque sin haber aprendido nada del anterior. Me encantaría no llamarlo karma para no sonar tan cliché, ya que hasta la misma palabra cliché lo es, pero indudablemente mi actitud petulante ante resolver todo amando se vuelve hacia mi en formas metafóricas que serian entendidas hasta por el mas escéptico de los vivientes; buscando dejar de tener peleas me aburrí de la calma, buscando amor idílico encontré barreras irremisibles, y buscando calor visceral me encontré teniendo al fin lo que yo creía como el amor perfecto, pero por la misma boca muere el pez y así se desconcentro de mi, en un viaje al paraíso de lo que, en ella a primera vista vi.
Teniendo en cuenta este tema de los placeres instantáneos, también se tiene en cuenta el regreso próximo, nunca aprendí a decir que no a un amor inconcluso, y para mi todos lo son.
Así es como ahora me encuentro sin saber quien soy ni que busco, aunque de una vez por todas sabiendo algo; que ir de ventana en ventana sin cerrar nada, hace que adentro haga frio.