Poemario: Venus equivocada
Otra vez estoy de vuelta aquí, en la luz sepia atravesando las 5am y sentandome en el cubrelecho rojo que combina con mi boca, en este lugar donde todo no significa nada, me convierto en controladora y mediadora de mis impulsos que no tienen ninguna posibilidad de escapar de mi, la canción, la risa, las manos, los besos, la ropa, sin ropa, el sexo y de nuevo todo nos trajo aquí, donde todo es fugaz y en unas horas solamente serán unos minutos más del día pasado, las caricias mentirosas y el abrazo en el ensueño para engañar el desamparo, los suspiros afinados que son solo cansancio porque actuar de amantes también cansa.
Mis palabras prisioneras que retengo para no estallar de elogios a tus ojos, tus lugares, tu sonrisa y absurda composición de tu ser que me hace estar de paso aquí repitiendo orgasmos pasajeros en rutas perdidas que no van a ningún lugar, la palabra “amor” con la que me llamas sin usar mi nombre es un chiste para los enamorados y para mi corazón incredulo que se boicotea en falsas alarmas de consentir un sentimiento, yo no soy tu amor, soy el secreto de tu almohada, la amiga de tus cobijas y la piel de paso sobre tus piernas, esto no es un gran acontecimiento, ni yo un impacto permanente de un día contigo.
Esto solo se parece a comer arroz todos los días, a dar por hecho que respiramos y a pasar monotonamente por las mismas cuadras, llamame cuando mi presencia signifique algo más que nada, cuando la escases de mi saliva te lleve a caminar desiertos y mi voz no sea un ambiente arrullador de tus sueños, cuando entiendas lo que significan mis palabras y cuando no pueda solamente besarte escondida, cuando la calle sea paparazzi de los abrazos que jamás te di por terror a equivocarme de brazos, llamame cuando verte a los ojos en la tarde sin tragarme el furor de tener más espectadores de nuestros besos que solo los checheres de tu habitación.
Ojalá no se me olvide que entrelazar nuestras manos es un acto corriente, sin trascendencia y un lugar de paso para el contentillo de creer en la compañia, que tus caricias son solo movimientos repetitivos, sin justificación alguna solo para combatir el aburrimiento y que cuando se te acaba el cronograma y llegas al plan Z es cuando recurres a mí, aquí de nuevo por centecima vez todo lo significa nada, a nada le otorgaremos un significado que no sea terrenal, en el bucle semanal de tu habitación donde el juzgado soy yo y la culpable mi cabeza que confunde todo esto que pasa con amor.
Me despierto en la misma cama, al mismo lado, sin cigarrillos, sobre la luz sepia, una y otra y otra y otra y otra vez, ¿en qué número de vez dejo de ser yo un número más?, ¿en qué número de día estos dejan de ser días perdidos?, tú tan experto en darle un sentido insignificante a tu alrededor y a llamar “nada” 48 horas seguidas de vida, en el bucle semanal solamente me queda recordar que aquí todo no significa nada.