Sara de Mingo

Viajar contigo

Quiero ir a lugares perdidos
a los que nadie haya llegado,
ir volando a todos los sitios
a los que no dejen ir volando.
 
Descubrir todos esos paisajes
que todavía nadie ha encontrado;
y que siga sin encontrarlos nadie,
para que solo lleguen los pájaros.
 
Quiero recorrer las catacumbas
donde cientos de conspiradores
plantaron entre piedras y tumbas
las semillas de sus revoluciones.
 
Bucear hasta carabelas sumergidas
a las que nadie consigue llegar
pues, con sus chalecos salvavidas,
los hombrecitos de plomo van a flotar.
 
Quiero explorar un castillo en ruinas
que se alce tras un puente levadizo,
temiendo que un fantasma me diga
“¿qué haces tú aquí? ¡Ah del castillo!”.
 
Quiero entrar en las pirámides de Egipto
y robar las flores de la tumba del faraón,
para que un canasto a orillas del Nilo
llame al pueblo a luchar con una flor.
 
Quiero navegar por ríos desconocidos
que no aparezcan en ningún mapa;
cartografiar los datos en ese agua
que quieren beberse los cocodrilos.
 
Recorrer el glaciar
de Perito Moreno,
y ver en el cielo
la aurora boreal...
 
Perderme luego en los pocos glaciares
que nos quedan en los Montes Pirineos,
recordar cómo eran las auroras boreales
y dibujarlas con crampones en el hielo.
 
Sobrevolar la Capadocia en un globo
pinchado con estalactitas de Islandia,
flotar junto a los farolillos de Tailandia
sin necesidad de hacer ninguna foto.
 
Quiero ir hasta playas remotas
navegando en un barquito de vela,
descubrir las calas más recónditas
y hacerme un castillo de arena.
 
Quiero viajar por las selvas del Amazonas,
levantar las rocas del Machu Picchu en Perú,
contar los granos del desierto de Arizona
y las estrellas que en la noche lucen sin luz.
 
Quiero volar hasta tocar el cielo azul,
hasta el lugar donde los Dioses moran.
Comprobar si ahí los niños nunca lloran
y si ahí Jesucristo no muere en su cruz.
 
Seguir por el continente americano
y cruzar las cataratas del Iguazú,
usando un paraguas como barco
o abriendo las aguas como Jesús.
 
Continuar por otros continentes
utilizando el paraguas como remo;
hasta que un día lo abra al viento
y pueda avanzar aunque no reme.
 
Quiero ir a cientos de países sin nombre
y viajar también por uno que es España;
encender un faro en la Costa da Morte,
ser Don Quijote en la meseta castellana.
 
Quiero ver un millón de cuadros en museos,
contemplar la noche estrellada de Van Gogh;
ser una gota de pintura rodando por los lienzos
y decir “en esos cuadros también estuve yo”.
 
Contemplar esculturas extravagantes
y edificios con mosaicos de trencadís:
hermosos, extraños e impresionantes,
como son los monumentos de Gaudí.
 
Colarme en mansiones abandonadas
aunque esté cortado el acceso,
buscando la libertad tras la alambrada
pues, al final, una valla es solo eso.
 
Quiero saltar con los niños que juegan
descalzos sobre todos esos charcos
que hace la lluvia también jugando
en el barro con ellos aunque llueva.
 
Llevar el agua al desierto de Irak,
detener las lapidaciones y la guerra,
tirar la mano y esconder la piedra
en algún templo de Angkor Wat.
 
Quiero volver a las abadías de Inglaterra,
ser el nuevo Robin Hood de los bosques;
devolver su dinero a los ricos y a los pobres,
clavarle al gobierno su corona de ginebra.
 
Hacer una escalera de charol
y llegar al fondo de esa cueva
a la que nadie baja por temor
de que se rompa su escalera.
 
Hacer una escalinata de papel
para bajar al fondo de esa grieta
donde quizá haya algún clavel
esperando la luz de una linterna.
 
Bajar y bajar aunque no lleve cuerda
y no haya nadie para cogerme,
en un viaje al centro de la tierra
como el que escribiera Julio Verne.
 
Ver atardeceres en los acantilados de Tintagel
o en las escaleras de San Juan de Gaztelugatxe,
aunque los peldaños estén llenos de gel
y nadie ascienda por miedo a resbalarse.
 
Quiero ver un volcán en erupción
tirando al cielo lo que iría al váter:
los restos en llamas de su corazón,
que llegará otra vez entero al cráter.
 
Quiero sentarme sobre un mar de nubes
y moldearlas yo misma con las manos,
entre andamios de algodón y rayos
por los que no sabré si bajo o subes.
 
Quiero encontrarte en ese camino
donde solo tú caminas sin caminar
con tu silla mágica y tus alas de niño...
Quisiera viajar contigo, Albert Casals.

Este poema forma parte del libro "Versos encadenados que siguen robando tinta".
https://sarademingo.wordpress.com/versos-encadenados-que-siguen-robando-tinta/

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